Sunday, July 29, 2012

Gerontocracia II

Sólo por ahondar más en la cuestión y poner algo de cosecha propia (no un copy-paste) os dejo un post que he dejado en un hilo burbujista defendiendo el próximo recorte de las pensiones (no anunciado pero sin duda eminente). Ahí va.

"No hay pasta para sostener un chiringuito tan insostenible. Los sueldos públicos llevan 2 recortes, la reforma laboral ha apretado las tuercas de los currelas, los estudios de los chavales se han encarecido, ha subido el IVA, el gasoil, la luz y hasta a los parados les han mordido la paga. ¿Son acaso los jubiletas seres de luz que deben enriquecerse comparativamente al resto de la sociedad? Ya respondo yo, NO (por favor MÁS NO). Deben arrimar el hombro como todos. Y si alguna familia pringa que pringue, que las familias de los funcis o las de los eres pringan y nadie pone el grito en el cielo. Mantener las pensiones sin recortes porque hay gente que tira de ellas es absurdo y tremendamente injusto con quien no tiene pensionistas en la familia.

Es un hecho que la viejunocracia vive a cuerpo de rey, al menos la gran mayoría, gracias a un sistema que sangra a la juventud para no tocarles un sólo privilegio a los susodichos. Esperemos que desde Europa nos ayuden a equilibrar cuentas, porque aquí gobiernan imbéciles. Se ve el recorte de las pensiones como algo demoníaco y a quienes lo defendemos como a monstruos mataviejillas. Pues miren ustedes, el recorte de pensiones ayudará a aflorar cientos de miles de pisos vacíos, a la bolsa de alquiler o a una venta a precios razonables, ayudando a pinchar esta maldita burbuja, que no nos permitirá salir del hoyo mientras le quede algo de aire. Pues quien acapara propiedades y no se baja de la burra, porque su pensioncita y el todo gratis le permite aguantar, son los viejunos. Los jóvenes con alquiler y/o hipoteca arrastramos una piedra gargantuesca sin elección,  para que la pensión de la viejunocracia se incremente con los aportes inmobiliarios. Hasta la polla ya de vivir como indigentes y pagar como millonarios, para que los verdaderos millonarios pongan el cazo yendo de indigentes. Sé de lo que hablo, pues tengo casos en la familia.

Edito para añadir que el desaguisado político-bancario tiene prioridad y necesita de guillotinas en abundancia. Por si me sale alguien señalando a quien me roba, para disculpar a quien también me roba "

Y edito una segunda vez para el blog aclarando que el artículo ha sido escrito pensando en mis abuelos. Ambos con el gen ladrillil y el quehaydelomío metidos hasta el tuétano.

Thursday, July 26, 2012

Gerontocracia

Pues nada, actividad frenética en el blog. Copy pasteo un artículo totalmente visionario del 2006. Si señores, del 2006 cuando todo iba p´arriba y todos estábamos encantados con el crecimiento de nuestra economía y la subida de la vivienda. La época de los mantras. Pero ya había gente que había calado el problema. Su mérito es enorme, su predicción incontestable. Disfruten del artículo y pregúntense si la siguiente movida, en lugar de guerra civil derechas Vs izquierdas no será revolución sangrienta jovenunos Vs viejunos. Es una exageración, pero motivos no faltarían. Ahí va.

"La explotación de los jóvenes por los mayores

ANTÓN COSTAS 10/01/2006

¿Qué sucederá dentro de 20, 30 o 40 años cuando lleguen a la edad de jubilación los jóvenes que hoy están entre los 18 y los 35 años y que no tienen un empleo estable? La estabilidad permite adquirir unas habilidades profesionales y unas actitudes de disciplina y esfuerzo continuado que permiten crear una expectativa de futuro. Si estos jóvenes previamente no han podido ahorrar, ¿cómo afrontarán los 20 o 30 años adicionales que vivirán como jubilados? En todo caso, ¿vivirán mejor o peor que sus padres? No es mi intención empañar el balance económico y social del año hecho por las autoridades. Pero tengo la impresión de que vivimos con un velo de ignorancia ante algunos problemas que afectan especialmente a nuestra juventud y a su futuro.

Hacer pronósticos sobre tendencias socíales o económicas no es un arte muy de fiar. Pero es probable que tras haber visto que los hijos hemos podido vivir mejor que nuestros padres, y éstos mejor que los suyos, veamos ahora como las generaciones que nos siguen acaban viviendo peor que nosotros. Se rompería de esa forma una expectativa de mejora continuada de la calidad de vida y de movilidad social que creíamos un logro permanente de nuestras sociedades democráticas de mercado.

Contra todo pronóstico, las jornadas laborales se alargan. En muchos casos, los jóvenes necesitan complementar dos malos empleos para llegar a fin de mes. En el caso de parejas jóvenes lo normal es tener que trabajar ambos para salir adelante; pero eso significa reducir el tiempo dedicado a la atención y educación de los hijos. Por su parte, los que no viven en pareja han de compartir piso y gastos con otros en sus mismas condiciones como única forma de poder de salir de casa de los padres e independizarse; es la generación mileurista, la que se ha acostumbrado a tener que vivir con 1.000 euros al mes y, en el mejor de los casos, con un trabajo precario.

Es posible que estemos en un tiempo de transición económica y laboral, dando un paso atrás para después dar dos pasos adelante. Es posible. Pero no lo veo claro.

Mientras tanto, los jóvenes van camino de ser la nueva clase social explotada del siglo XXI, especialmente en las economías desarrolladas con un fuerte Estado de bienestar, como la nuestra. Los mayores y los gobiernos pretenden vivir a cuenta de los más jóvenes, aunque no sean conscientes de que lo están haciendo. Puede parecer una afirmación exagerada, pero unos pocos ejemplos nos harán caer en la cuenta de que estamos queriendo vivir a cuenta del futuro de nuestros jóvenes.

Comencemos por la vivienda. ¿A quién beneficia el aumento irracional del precio de la vivienda, ya sea de compra o de alquiler? O, dicho de otra manera, ¿cuál es el significado económico de ese aumento? Básicamente, es un mecanismo de transferencia de renta desde las generaciones más jóvenes a las que son mayores. Para comprenderlo, pensemos en quiénes son los que se han endeudado para pagar esos precios y quiénes son los que se benefician. Más del 70% de las familias españolas tienen su vivienda en propiedad y deshipotecada. Por tanto, no se ven perjudicadas por el aumento del valor de la vivienda, todo lo contrario; ni les va a perjudicar la más que probable subida de los tipos de interés. Estas familias están formadas por personas mayores. El otro 30% es gente joven que está pagando un alquiler o una hipoteca elevada, con el agravante de que casi todas ellas son a tipo variable; es decir, son jóvenes expuestos al riesgo de tener que aumentar esas transferencias de renta en los próximos años, aunque se frene el crecimiento de los precios y, por tanto, el valor de la vivienda hipotecada.

¿A quiénes benefician esas transferencias de renta? A los propietarios del suelo y a los de las viviendas. Todos ellos, en general, personas mayores con activos que vender o alquilar. Y, por el camino, se benefician también todos aquellos que están en medio: promotores, arquitectos, agencias inmobiliarias, inversores, notarios, registradores de la propiedad y entidades financieras que han gestionado las hipotecas. Y, especialmente, los gobiernos locales, cuya principal fuente de financiación son las plusvalías derivadas de todo el proceso de urbanización, construcción y venta de vivienda.

Los jóvenes no pagarán muchos impuestos directos, pero están pagando un importante impuesto oculto e injusto, que va implícito en el elevado precio de la vivienda que han adquirido o alquilado y en la hipoteca que están pagando.

Otro ejemplo de transferencias de renta entre jóvenes y mayores son las prejubilaciones. De forma irracional, las personas prejubiladas se van a su casa cobrando prácticamente igual que si estuviesen trabajando. ¿Quién paga esta retribución por no trabajar? La Seguridad Social y las empresas. Es decir, los que siguen trabajando, con el agravante de que muchos son jóvenes con empleo temporal y con salarios bastante inferiores a los de los prejubilados a los que están financiando. Un sistema perverso. Y podríamos seguir con otros ejemplos de transferencias implícitas de rentas de jóvenes a mayores.

Por otro lado, las políticas de los gobiernos de todo tipo están volcadas en las personas mayores. Nada que objetar, aunque probablemente no es sólo por sentido de responsabilidad y solidaridad, sino también porque los mayores son el principal mercado de votos, y dada la evolución de la esperanza de vida, son un mercado en crecimiento.

Por el contrario, los jóvenes son cada vez más un mercado de votos residual y, por tanto, contarán menos. No deja de ser sintomático que todos los partidos se pongan de acuerdo en apoyar las leyes de mejora de las condiciones de vida de los mayores, pero no ocurra lo mismo con las leyes relacionadas con los jóvenes: con su acceso a la vivienda, su formación educativa o su integración estable en el mercado laboral. Somos el país que ostenta el récord de leyes educativas (una cada cuatro años) y también de precariedad laboral de los jóvenes, y no veo perspectivas de cambio.

Visto lo visto, ¿que pasará dentro de 20 o 30 años cuando les toque jubilarse a los jóvenes que ahora estamos explotando?"

Batman (spoiler)

Me gustó mucho la peli de ayer. Entretenida y con varias cosillas que me llamaron la atención en su momento y a las que he estado dando vueltas más tarde. Justo lo que le pido a una peli. La cosa es que el rollo antisistema y revolucionario del malote, dió para tres o cuatro escenas épicas y dejó un caldo de reflexión sobre otras cuantas.

Me llamó la atención especialmente el ataque a la bolsa, con dos momentos muy grandes. El primero cuando el broker le dice al troncho que no pueden robar, que eso es la bolsa y no hay dinero y el troncho le pone en su sitio dándole un gomazo y espetándole "¿no?¿Entonces que hacéis vosotros aquí?" jajajaja

El segundo guiño en la escena siguiente, con la poli llegando y atrincherándose en la puerta. Un castuzo le dice al poli jefe que entren con urgencia y este le contesta que no va a arriesgar la vida de sus hombres (de él) por su dinero (de los banksters). El castuzo le presiona gritando que allí está el dinero de los ciudadanos y el poli raso que está cubierto en el coche, a unos metros, se inmiscuye diciendo "no será el mío, yo lo tengo en el colchón" jajajaja que me lol.

Aparte de la parte cómica del asunto, lo cierto es que la peli de inocente no tiene nada. Es un arma propagandística pro capitalismo yanki, que nos dibuja a los revolucionarios como psicópatas manipuladores sádicos y a los prosistema como los buenos (batman, la poli e incluso la mayoría de los altos ejecutivos). El mensaje de fondo es que, aunque el sistema sea injusto, es mejor dejarlo como está y confiar en que quienes lo dominan (millonarios y policía) se dejen la piel de forma altruista para ayudar al resto de la sociedad. Esto sí que es para troncharse XD. La propia creación de personajes como batman o iron man, canta por sí misma  sobre lo que nos están intentando vender (sin mucho disimulo, todo hay que decirlo) y que los tíos sean millonarios no es ni de lejos una casualidad.

Por último, dejando a un lado el análisis político y volviendo a la peli, tengo que mencionar el tema "femenino". Pues el mensaje que a mí me llegó es que la tía que lo tiene todo, es una psicópata peligrosa y vengativa (que chasco me llevé) y que la buena, la que nos venden como buena, es una maravillosa personita que vende dos veces al pobre enmascarado de la forma más ruin y despreciable posible, antes de "recapacitar" y encapricharse. Vamos, que por su bien, recomiendo a batman que siga estando "amargao" y que huya de las mujeres, porque vaya tela :P

Y acabo con el recuerdo de la chuflada que le hace el juez espantapájaros al poli bigotudo, que se niega a aceptar el destierro como alternativa a la pena de muerte (pues son lo mismo y pretende dejar en evidencia el juicio) y el juez le chufla dictaminando pena de muerte... por destierro jajaja

La doctrina fracasada del comunismo

Desde que tengo uso de razón, siempre me ha parecido que algo no encajaba del todo. El sistema falla. No se sostiene. No hablo de sostenibilidad (que también) hablo de valores e hipocresía. Vivimos en un mundo que refleja el éxito de todo lo que despreciamos y hunde lo que decimos adorar. Lo único que impera en un sistema como el nuestro es competir, haciendo las trampas que se puedan, para pisar al vecino y conseguir más que él. Vivimos una farse de democracia que más bien es una cleptocracia, sustentada en el cretinismo general y que sólo mantiene su tren de vida, a costa del sufrimiento de tres cuartas partes del planeta, a las que hemos tenido explotadas. Ahora que eso se difumina, se nos cae el chiringuito encima.

Nos pasamos la vida oyendo lo de la oportunidad de igualdades para comprobar que las cartas están repartidas desde el nacimiento. Y muy mal repartidas. Oímos que el trabajo realiza, pero por norma, trabajamos en trabajos de mierda que odiamos, para ganar dinero con el que comprar cosas que no necesitamos, con las que impresionar al resto de la gente (que no conocemos). Somos profundamente infelices, porque el ser humano sólo alcanza la felicidad plena sintiéndose útil a los demás y compartiendo, y la medida del éxito social va por otro lado muy distinto. La gente se vuelve mezquina en nuestro sistema, acaba drogándose, sola, fracasando en sus relaciones, odiando a su comunidad, abandonando a sus mayores. Con tasas de depresión y suicidio desconocidas en sociedades pobres, con menos lujos y mayor penuria. Lo dicho, nuestro sistema apesta.

Sin embargo, solucionarlo es muy difícil. Pues el comunismo, un conjunto ideológico muy bien intencionado en principio, muestra su cara más fea en cuanto la gente se ilusiona e intenta aplicarlo. El fusilamiento de los zares rusos, las revueltas revolucionarias sudamericanas y retrocediendo más en el tiempo, la toma de la bastilla y el guillotinamiento de la casta francesa, son ejemplos de algo bueno que ha acabado de muy mala manera. Los franceses acabaron regando con su sangre media europa, Napoleón mediante. Los rusos con genocidas psicópatas como Stalin derrochando sus vidas y condenándolos a la esclavitud y el hambre y los sudamericanos en dictaduras militares o regímenes populistas, que no han mejorado nada la calidad de vida de la gente. Por no hablar de la revolución china de Mao, la dictadura castrista o la barbarie sectaria de Korea del norte. El comunismo ha traído desgracia a todo aquel pueblo valiente, que en busca de justicia y un sistema mejor, ha intentado aplicarlo.

Pues bien, la razón de este fracaso parece ser, ni más ni menos, que el ser humano es lo peor. Pese a casos aislados de altruismo y búsqueda del bien general, el común de los mortales es un cáncer para el resto y lo demuestra en cuanto se le da la oportunidad. El hombre es un lobo para el hombre y la visión del buen salvaje no se corresponde con la realidad, sino con unas pocas excepciones. Al menos así lo refleja este extracto de "La rebelión de Atlas" en la que explican cómo reacciona la gente ante un sistema bienintencionado. La educación o la política española de hoy en día también son un buen ejemplo, así como las ayudas sociales y el funcionamiento de la iglesia católica (¿Puede haber algo mejor intencionado?). Pues eso, que el ser humano es lo peor y el capitalismo el sistema que mejor funciona, porque se adapta como anillo al dedo a la escoria moral que nos caracteriza como especie. Menos mal que hay honrosas excepciones, porque cuanto más entiendo al ser humano, más misántropo me vuelvo y tengo que recurrir a mis seres cercanos (sobre todo a los elegidos por mí) para compensar esa percepción.

Os dejo aquí el extracto para que os ayude a reflexionar ;)



"-En la fábrica donde trabajé veinte años ocurrió algo extraño. Fue cuando el viejo murió y se hicieron cargo sus herederos. Eran tres: dos hijos y una hija que pusieron en práctica un nuevo plan para dirigir la empresa. Nos dejaron votar y todo el mundo, o casi todo el mundo, lo hizo favorablemente, porque no sabíamos en realidad de qué se trataba. Creíamos que ese plan era bueno, o mejor dicho, pensamos que se esperaba de nosotros que lo creyésemos bueno. Consistía en que cada empleado en esa fábrica trabajaría según su habilidad o destreza, y sería recompensado de acuerdo a sus necesidades. Nosotros... pero ¿qué le ocurre, señora? ¿Por qué me mira de ese modo?

-¿Cómo se llamaba esa fábrica? – preguntó Dagny con voz apenas perceptible.

-Twentieth Century Motor Company, señora. En Starnesville, Wisconsin.

-Continúe.

-Votamos por el plan en una gran reunión a la que asistimos unos seis mil, es decir, todos los que trabajábamos allí. Los herederos de Starnes pronunciaron largos discursos, no demasiado claros, pero nadie hizo preguntas. Ninguno estaba seguro de cómo funcionaría ese plan, pero todos pensábamos que nuestros compañeros lo habían comprendido. Si alguien tenía dudas al respecto, se sentía culpable y debía mantener la boca cerrada, porque todo aquel que se opusiera al plan hubiese parecido un desalmado, al que no era justo considerar humano. Nos dijeron que aquel plan significaba la concreción de un ideal muy noble. ¿Cómo íbamos a pensar lo contrario? ¿No habíamos oído decir durante toda nuestra vida, a nuestros padres y maestros, y a los pastores religiosos, leído en todos los periódicos y visto en todas las películas, y escuchado en todos los discursos públicos que aquello era recto y justo? Quizá nuestra conducta en la reunión podía ser comprensible hasta cierto punto. Votamos por el plan, y conseguimos lo previsto. Usted sabe, señora, que quienes trabajamos durante los cuatro años del plan en la fábrica Twentieth Century somos hombres marcados. ¿Qué se supone que es el infierno? Maldad, pura y simple, ¿verdad? Pues bien, eso es lo que vimos allí y lo que ayudamos a construir. Creo que estamos condenados por eso y quizá no se nos perdone nunca...

"¿Sabe cómo funcionó aquel plan y cuáles fueron sus efectos en nosotros? – continuó explicando el vagabundo –. Es como verter agua en un depósito en cuya parte inferior hay un caño por el que se vacía con más rapidez de la que usted lo llena y cada balde que echa dentro ensancha ese desagüe cada vez más, entonces cuanto más uno duramente trabaja, más se le exige; primero trabaja cuarenta horas semanales, luego cuarenta y ocho, y, más tarde, cincuenta y seis, para pagar la cena del vecino, la operación de su mujer, el sarampión del niño, la silla de ruedas de su madre, la camisa de su tío, la educación de su sobrino, o para el niño que ha nacido en la casa de al lado, o el que va a nacer; en fin para cuantos lo rodean, y que han de recibirlo todo, desde pañales a dentaduras postizas, mientras uno trabaja desde el amanecer hasta la noche, un mes tras otro y un año tras otro, sin tener más para mostrarles a esas personas que el propio sudor, sin otra expectativa que la complacencia de los demás para el resto de su vida, sin descanso, sin esperanza, sin fin... De cada uno según sus capacidades, para cada uno de acuerdo con sus necesidades...

"Nos dijeron que formábamos una gran familia, que todos participábamos en la empresa juntos, pero no todos trabajábamos ante la luz de acetileno diez horas diarias, ni padecíamos a la vez un dolor de vientre. ¿Cómo establecer, de un modo exacto, la capacidad de unos y las necesidades de otros? Cuando todo se hace en común, no es posible permitir que cualquiera decida sobre sus propias necesidades, ¿verdad? Si lo hace, pronto acabará pidiendo un yate, y si sus sentimientos son los únicos valores en que podemos basarnos, nos demostrará que es cierto. ¿Por qué no? Si no tengo derecho a tener un auto, hasta que caiga en una sala de hospital por haber trabajado para proporcionarle un coche a cada holgazán y a cada salvaje del mundo, ¿por qué no puede exigirme también un yate, si aún sigo de pie, si no he colapsado? ¿No? ¿Por qué no? Y entonces, ¿por qué no exigirme también que prescinda de la crema de mi café, hasta que él haya podido pintar su habitación...? ¡Oh, bien!... Acabamos decidiendo que nadie tenía derecho a juzgar sus propias necesidades o sus propias convicciones, y que era mejor votar sobre ello. Sí, señora, votábamos en una reunión pública que se celebraba dos veces al año. ¿De qué otro modo podíamos hacerlo? ¿Imagina lo que sucedía en semejantes reuniones? Bastó una sola para descubrir que nos habíamos convertido en mendigos, en unos mendigos de mala muerte, gimientes y llorones, ya que nadie podía reclamar su salario como una ganancia lícita, nadie tenía derechos ni sueldos, su trabajo no le pertenecía sino que pertenecía a ‘la familia’, mientras que ésta nada le debía a cambio y lo único que podía reclamarle eran sus propias ‘necesidades’, es decir, suplicar en público un alivio a las mismas, como cualquier pobre cuando detalla sus preocupaciones y miserias, desde los pantalones remendados al resfriado de su mujer, esperando que ‘la familia’ le arrojara una limosna. Tenía que declarar sus miserias, porque eran las miserias y no el trabajo lo que se había convertido en la moneda de aquel reino, así que se convirtió en una competencia de seis mil pordioseros, en la que cada uno reclamaba que su necesidad eran peor que la de sus hermanos. ¿Qué otra cosa podíamos hacer? ¿Quiere saber lo que ocurrió? ¿Quiere saber quiénes mantuvieron la calma, sintiendo vergüenza y quiénes se aprovecharon de la situación?

"Pero eso no fue todo. En la misma reunión se descubrió otra cosa. La producción de la fábrica había disminuido en 40 por ciento en el primer semestre, y se llegó a la conclusión que alguien no había trabajado ‘de acuerdo con su destreza o capacidad’. ¿Quién era? ¿Cómo averiguarlo? La ‘familia’ votó también sobre eso. Así se determinó quiénes eran los más capacitados, y a éstos se los sentenció a trabajar horas extra cada noche durante los siguientes seis meses. Horas extras sin paga, porque no se pagaba por el tiempo trabajado, ni por la tarea realizada, sino tan sólo según las necesidades.

"¿Quiere que le cuente lo que sucedió después? ¿Y en qué clase de seres nos fuimos convirtiendo, los que alguna vez habíamos sido seres humanos? Empezamos a ocultar nuestras capacidades y conocimientos, a trabajar con lentitud y a procurar no hacer las cosas con más rapidez o mejor que un compañero. ¿Cómo actuar de otro modo, cuando sabíamos que rendir al máximo para ‘la familia’ no significaba que fueran a darnos las gracias ni a recompensarnos, sino que nos castigarían? Sabíamos que si un sinvergüenza arruinaba un grupo de motores, originando gastos a la compañía, ya fuese por descuido o por incompetencia, seríamos nosotros los que pagaríamos esos gastos con horas extra y trabajando hasta los domingos. Por eso, nos esforzamos en no sobresalir en ningún aspecto.

"Recuerdo a un joven que empezó lleno de entusiasmo por ese noble ideal, un muchacho brillante, sin estudios, pero con una inteligencia asombrosa. El primer año ideó un plan de trabajo que nos ahorró miles de horas-hombre y lo entregó a ‘la familia’, sin pedir nada a cambio, aunque tampoco hubiera podido hacerlo. Se portó como creía correcto, lo hacía por el ideal, según dijo. Pero cuando en una votación lo declararon el más inteligente de todos, y lo sentenciaron a trabajar de noche porque no habíamos conseguido extraerle aún lo suficiente, cerró la boca y el cerebro. Le aseguro que el segundo año no aportó ninguna idea nueva.

"¿Qué era eso que siempre nos habían dicho acerca de la competencia descarnada del sistema de ganancias, donde los hombres debían competir por ver quién realizaba mejor trabajo que sus colegas? ¿Cruel, no es así? Deberían haber visto lo que ocurría cuando todos competíamos por realizar el trabajo lo peor posible. No existe medio más seguro para destruir a un hombre, que ponerlo en una situación en la que no sólo desee no mejorar, sino que, además, día tras día se esfuerza en cumplir peor sus obligaciones. Dicho sistema acaba con él mucho antes que la bebida o el ocio, o el vivir haciendo malabares para tener una existencia digna. Pero no podíamos hacer otra cosa, estábamos condenados a la impotencia. La acusación que más temíamos era la de resultar sospechosos de capacidad o diligencia. La habilidad era como una hipoteca insalvable sobre uno mismo. ¿Para qué teníamos que trabajar? Sabíamos que el salario básico se nos entregaría del mismo modo, trabajáramos o no, recibiríamos la ‘asignación para casa y comida’, como se la llamaba, y más allá de eso no había chances de recibir nada, sin importar el esfuerzo. No podíamos planear la compra de un traje nuevo para el año siguiente porque quizá nos entregarían una ‘asignación para vestimenta’, o quizá no. Dependía de si alguien no se rompía una pierna, necesitaba una operación o traía al mundo más niños, y si no había dinero suficiente para adquirir ropas nuevas para todos, no lo habría para nadie.

"Recuerdo a cierto hombre que había trabajado duramente toda su vida porque siempre había querido que su hijo fuera a la universidad. Bueno, el muchacho terminó la secundaria durante el segundo año del plan, pero ‘la familia’ no quiso entregar al padre ninguna asignación para que siguiera sus estudios. Dijeron que su hijo no podía ir a la universidad hasta que hubiera suficiente dinero para que los hijos de todos pudieran hacerlo. El padre murió al año siguiente en una riña de bar. Una pelea sobre nada en particular, en la que salieron a relucir navajas. Ese tipo de altercados se estaban haciendo muy frecuentes entre nosotros.

"También, había un viejo viudo y sin familia que tenía una afición: los discos fonográficos. Creo que era todo cuanto pudo desear conseguir de la vida. En otros tiempos solía ahorrar en comida para poder comprar algún disco nuevo de música clásica. Pues bien: no le dieron "asignación" para discos por considerarlo ‘un lujo personal’ pero durante esa misma reunión, una niña fea y desagradable, de ocho años, llamada Millie Bush, que era la hija de alguno, consiguió que votaran para comprarle un par de aparatos de oro para sus dientes, porque se trataba de una ‘necesidad médica’ según el psicólogo que consideró que sino se enderezaban sus dientes, la niña tendría un complejo de inferioridad. El viejo amante de la música se dio a la bebida, hasta tal punto que rara vez lo veíamos sobrio. Pero había algo que no podía olvidar. Cierta noche, mientras se tambaleaba por una calle, vio a Millie Bush y empezó a darle puñetazos hasta dejarla sin un diente, ni uno solo.

"La bebida era lo único que nos proporcionaba algún consuelo y todos nos volcamos a ella en mayor o menor grado. No pregunte de dónde sacábamos el dinero. Cuando todos los placeres decentes quedan prohibidos, existen siempre medios para llegar a los vicios. No se entra a robar a un bar durante la noche ni se registran los bolsillos de un compañero para comprar sinfonías clásicas o adquirir accesorios de pesca, pero sí para emborracharse y olvidar. ¿Accesorios de pesca? ¿Escopetas de caza? ¿Cámaras fotográficas? No existían asignaciones para ese tipo de pasatiempos. La ‘diversión’ fue lo primero que quedó descartado.

"¿Es que acaso no se supone que uno debe avergonzarse por cuestionar cuando alguien nos pide que dejemos algo que nos da placer? Hasta nuestra ‘asignación para cigarrillos’ quedó reducida a dos paquetes mensuales, porque, según dijeron, el dinero debía usarse para comprar leche para los niños. La producción de niños fue la única que no disminuyó, sino que, por el contrario, se hizo cada vez mayor. La gente no tenía otra cosa que hacer y, por otra parte, no tenían por qué preocuparse, ya que los niños no eran una carga para ellos, sino para ‘la familia’. En realidad, la mejor posibilidad para obtener un respiro durante algún tiempo, era una ‘asignación infantil’, o una enfermedad grave.

"Pronto nos dimos cuenta de cómo funcionaba aquello. Quien quisiera jugar limpio, tenía que privarse de todo, perder el gusto por los placeres, aborrecer fumar o masticar chicle, preocupado de que hubiese alguien que necesitara más esas monedas. Sentía vergüenza de la comida que tragaba, preguntándose quién la habría pagado con sus horas extras, pues sabía que esa comida no era suya por derecho propio y prefería ser engañado antes que engañar. Podía aprovecharse, pero no hasta el punto de chupar la sangre de otro. No se casaba ni ayudaba en sus hogares para no ser una nueva carga para ‘la familia’. Además, si conservaba cierto sentido de la responsabilidad, no podía casarse y tener hijos, puesto que no le era posible planear, prometer, ni contar con nada. Pero los desorientados y los irresponsables se aprovecharon. Trajeron niños al mundo, se casaron, y trajeron consigo a todos los indignos parientes que tenían en todo el país, y a cada hermana soltera que quedaba embarazada y con el fin de obtener ‘asignaciones por incapacidad’, contrajeron más enfermedades de las que cualquier médico podía atender, arruinaron sus ropas, sus muebles y sus casas, pero ¡qué importaba!: ‘la familia’ pagaba todo. Así, encontraron más modos de tener ‘necesidades’ que los que nadie hubiera podido imaginar, desarrollaron una habilidad especial para eso, la única habilidad que mostraban.

"¡Por Dios, señora! ¿Se da cuenta de lo que sucedió? Se nos había dado una ley con la cual vivir y que llamaban ley moral, que castigaba a quienes la cumplían. Cuanto más tratábamos de vivir de acuerdo con esa ley, más sufríamos y cuando más la burlábamos, mayores recompensas obteníamos. La honestidad era una herramienta entregada a la deshonestidad ajena. Los honestos pagaban, mientras los deshonestos cobraban. El honesto perdía y el deshonesto ganaba. ¿Cuánto tiempo puede un ser humano permanecer bueno con semejante ley? Éramos un buen grupo de personas decentes al principio. No había demasiados oportunistas entre nosotros. Conocíamos bien nuestra tarea, nos sentíamos orgullosos de ella, y trabajábamos para la mejor fábrica del país, propiedad del viejo Starnes, que sólo admitía en su plantel a los más selectos obreros. Al cabo de un año del nuevo plan, no quedaba entre nosotros ni una sola persona decente. Aquello era maldad, la clase de maldad horrible e infernal con la que los predicadores solían asustarnos, pero que uno nunca imaginamos que existiera. No es que el plan haya incentivado a algunos cuantos bastardos, sino que transformó a la gente decente en cretinos, sin que se pudiera obrar de otra manera... ¡y a eso llamaban ideal moral!

"¿Para qué habríamos de desear trabajar? ¿Por amor a nuestros hermanos? ¿Qué hermanos? ¿Para los aprovechadores, los sinvergüenzas, los holgazanes que veíamos a nuestro alrededor? Si eran simuladores o incompetentes, si no querían trabajar o estaban incapacitados para hacerlo, ¿qué nos importaba a nosotros? Si quedábamos reducidos para toda la vida al nivel de su capacidad, fingida o real, ¿para qué preocuparnos? No teníamos manera de saber cuáles eran sus verdaderas condiciones, carecíamos de medios para controlar sus necesidades. Lo único que se sabía era que estábamos convertidos en bestias de carga, luchando ciegamente, en un lugar que era mitad hospital, mitad almacén, sin marchar hacia ningún objetivo, excepto la incompetencia, el desastre y las enfermedades. Éramos bestias colocadas allí como instrumentos de aquél que quisiera satisfacer las necesidades de otro.

"¿Amor fraternal? Fue allí cuando aprendimos a aborrecer a nuestros hermanos por primera vez en la vida. Los odiábamos por todas las comidas que ingerían, por los pequeños placeres que disfrutaban, por la nueva camisa de uno, el sombrero de la esposa de otro, una salida familiar, o la pintura de la casa, porque todo eso nos era quitado a nosotros, era pagado con nuestras privaciones, nuestras renuncias y nuestro hambre. Empezamos a espiarnos unos a otros, con la esperanza de sorprendernos en alguna mentira acerca de nuestras necesidades y disminuir las asignaciones en la próxima reunión. Y empezamos a servirnos de espías, que informaban acerca de los demás, revelando, por ejemplo, si alguien había comido pavo el domingo, posiblemente pagado con el producto de apuestas. Empezamos a meternos en las vidas ajenas, provocamos peleas familiares para lograr la expulsión de algún intruso. Cada vez que veíamos a alguno saliendo en serio con una chica, le hacíamos la vida imposible, y así arruinamos numerosos compromisos matrimoniales, porque no queríamos que nadie se casara, no queríamos más gente a la que alimentar.

"En los viejos tiempos, el nacimiento de un niño era celebrado con entusiasmo y generalmente ayudábamos a las familias a pagar sus facturas de la clínica si estaban apretadas. Pero luego, cuando nacía un niño, estábamos varias semanas sin dirigirle la palabra a sus padres. Para nosotros, los niños eran como las langostas para los agricultores. En otras épocas ayudábamos a quien tuviera enfermos en su casa, pero luego... Voy a contarle un solo caso. Se trataba de la madre de un hombre que llevaba con nosotros quince años. Era una anciana afable, alegre e inteligente, que nos llamaba por nuestros nombres de pila, y con la que todos solíamos simpatizar. Un día se cayó por la escalera del sótano, y se fracturó la cadera. Sabíamos lo que eso significaba, a su edad, y el médico dijo que tenía que ser internada en un hospital de la ciudad para someterla a un tratamiento costoso y prolongado. La anciana murió la noche antes de ser traslada a la ciudad para su internación. Nunca se pudo establecer la causa de su fallecimiento. No sé si fue asesinada, nadie lo dijo, nadie hablaba del tema. Todo cuanto sé es que... y esto es lo que no puedo olvidar... es que yo también deseé que muriera. ¡Que Dios nos perdone! Tal era la hermandad, la seguridad, la abundancia que se suponía que el famoso plan nos iba a brindar.

"¿Qué motivo había para que se predicara esta clase de horror? ¿Sacó alguien algún provecho de todo esto? Sí, los herederos de Starnes. No vaya usted a contestarme que sacrificaron una fortuna y que nos entregaron la fábrica como regalo, porque también en esto nos engañaron. Es verdad que entregaron la fábrica, pero los beneficios, señora, dependen de aquello que se quiere conseguir. Y no había dinero en el mundo que pudiese comprar lo que los herederos de Starnes buscaban porque el dinero es demasiado limpio e inocente para tal cosa.

"El más joven, Eric Starnes, era un sometido, sin valor ni energía para hacer nada en especial. Resultó electo director del departamento de Relaciones Públicas que no hacía nada y tenía a sus órdenes a un personal ocioso, por lo cual no tenía por qué quedarse en la oficina. Su paga, en realidad no debería llamarla así, porque no se ‘pagaba’ a nadie... la limosna que se votó para él, era muy modesta, algo así como diez veces mayor que la mía, pero a Eric no le importaba el dinero, porque no hubiera sabido qué hacer con él. Pasaba el tiempo entre nosotros, demostrándonos su compañerismo y su espíritu democrático. Le encantaba que la gente le demostrase afecto. Su mayor empeño consistía en recordarnos a cada instante que nos habían dado la fábrica. Ya no podíamos soportarlo.

"Gerald Starnes era nuestro director de producción. Nunca pudimos averiguar la medida de su rastrillaje de ganancias, pero hubiéramos necesitado todo un equipo de contadores y otro de ingenieros para saber de qué modo todo aquel dinero pasaba por una tubería directa o indirectamente a su despacho. Sin embargo, nada figuraba como beneficio particular, sino como medios con los que pagar los gastos de la compañía. Gerald tenía tres automóviles, cuatro secretarias y cinco teléfonos, y solía organizar fiestas con champán y caviar, que ningún gran magnate que pagara impuestos en el país podía permitirse. Gastó más dinero en un año que el que ganó su padre en los dos últimos de su vida. En su despacho encontramos unos cuarenta kilos de revistas, llenas de artículos sobre nuestra fábrica y nuestro noble plan, con grandes retratos de Gerald Starnes, en los que se lo mencionaba como un ‘gran paladín social’. Por la noche le gustaba entrar en las tiendas vestido de etiqueta, con gemelos de brillantes, del tamaño de monedas, desparramando la ceniza de su puro por doquier. Un bruto con plata que no tiene otra cosa que exhibir aparte de su dinero, ya es un tipo desagradable, pero al menos no necesita mostrar que el dinero es suyo y uno puede contemplarlo con la boca abierta si lo desea. Pero cuando un bastardo como Gerald Starnes se exhibe de ese modo y declara una y otra vez que no le preocupa la riqueza material y que sólo sirve a ‘la familia’, que todos aquellos lujos no son para él sino en beneficio del bien común porque es preciso mantener el prestigio de la firma y del noble plan de la misma... entonces es cuando uno aprende a aborrecer a esos seres como nunca se ha aborrecido a ningún ser humano.

"Pero su hermana Ivy era peor. A ella realmente no le importaba la riqueza material. La asignación que recibía no era mayor que la nuestra, y siempre iba con zapatos chatos y faldas simples y camisas, con el fin de demostrar su indiferencia. Era directora de Distribución, a cargo de nuestras necesidades, la que, en realidad, nos tenía agarrados del cuello. Se suponía que la distribución se realizaba por votación, por la voz de la gente, pero cuando la gente son seis mil voces roncas que tratan de decidir sin ningún criterio, medida o razón, cuando no existen reglas y cada uno puede pedir lo que quiera sin tener derecho a nada, cuando cada cual ejerce el derecho sobre la vida ajena pero no sobre la suya, todo acaba como efectivamente terminó: Ivy Starnes acabó siendo la voz del pueblo. Al finalizar el segundo año, abandonamos aquella farsa de las ‘reuniones de familia para proteger la eficacia productora y economizar tiempo’, que solían durar diez días, y todas las peticiones fueron enviadas directamente a la oficina de la señorita Starnes. No, no eran enviadas. Mejor dicho, cada peticionante en persona debía presentarse allí y ella elaboraba una lista de distribución que nos leía en una reunión que duraba tres cuartos de hora. Luego votábamos. Había diez minutos para la discusión y las objeciones, pero no formulábamos ninguna, para ese tiempo ya nos habíamos dado cuenta. Nadie puede dividir la renta de una fábrica entre miles de obreros, sin una norma con que medir el valor de la gente. La de la señorita Ivy era la adulación a su persona. ¿Desinteresada? En los tiempos de su padre todo su dinero no le hubiera permitido hablar al tipo más bajo de su empresa en el modo como ella solía hablarles a nuestros más hábiles obreros y a sus esposas. Tenía unos ojos pálidos, vidriosos, fríos y muertos. Si se quería conocer la maldad absoluta, bastaba con observar cómo resplandecían sus ojos cuando alguien le respondía a un cuestionamiento para entonces ya no recibir más que la "asignación básica". Al observar aquello, comprendíamos el motivo real de quienes fueran capaces de apreciar la consigna: ‘De cada cual según su capacidad; a cada cual según sus necesidades’.

"Allí residía el secreto de todo. Al principio no dejaba de preguntarme cómo era posible que hombres educados, justos y famosos, pudieran cometer un error semejante y presentar como buena tal abominación, cuando cinco minutos de reflexión les hubieran indicado lo que sucedería en caso de que alguien pusiera en práctica semejante idea. Ahora comprendo que no obraron así por error, porque errores de este tamaño no se cometen nunca inocentemente. Cuando alguien se hunde en alguna forma de locura, imposible de llevar a la práctica con buenos resultados, sin que exista, además, razón que la explique, es porque tiene motivos que no quiere revelar. Y nosotros no éramos tampoco tan inocentes cuando votamos a favor del plan, en la primera reunión. No lo hicimos sólo porque creyéramos que la vieja y empalagosa farsa que nos presentaban fuera buena. Teníamos otro motivo, pero la farsa nos ayudó a ocultarlo de nuestros vecinos y de nosotros mismos. La farsa nos daba una posibilidad de hacer pasar como virtud algo de lo que nos hubiéramos avergonzado. Ninguno votó sin pensar que dentro de una organización de tal clase participaría en los beneficios de quienes eran más hábiles que él. Nadie se consideró lo bastante rico y listo para no creer que alguien lo sobrepasaría, y este plan lo participaría de la riqueza y la inteligencia ajenas. Pero pensando conseguir beneficios de quienes estaban por encima, olvidamos que había seres inferiores, que buscaban lo mismo de nosotros, olvidamos a los inferiores que tratarían de explotarnos del mismo modo que cada uno intentaría explotar a sus superiores. El obrero impulsado por la idea de que sus necesidades le daban derecho a un automóvil como el de su jefe, olvidó que todo pordiosero y vagabundo de la tierra empezaría a exigir un refrigerador como el del obrero. Ése fue nuestro motivo real cuando votamos. Tal es la verdad pero no nos gustaba reconocerlo y cuanto más lo lamentábamos, más alto gritábamos nuestro amor hacia el bien común.

"Conseguimos lo que nos habíamos propuesto, pero cuando nos dimos cuenta de lo que aquello representaba, ya era demasiado tarde. Estábamos atrapados, sin lugar adónde huir. Los mejores de entre nosotros abandonaron la fábrica en la primera semana del plan. Así perdimos a los mejores ingenieros, supervisores, capataces y obreros especializados. Todo el que se respete no quiere verse convertido en vaca lechera de la comunidad. Algunos intentaron impedir el proyecto, pero no lo consiguieron. Los hombres huían de la fábrica como de una zona infectada, hasta que no quedaron más que los necesitados, sin habilidad ni condiciones.

"Si algunos de nosotros, dotados de ciertas cualidades, optamos por quedarnos, fue porque llevábamos allí muchos años. En los viejos tiempos, nadie renunciaba a Twentieth Century y no podíamos hacernos a la idea de que aquellas condiciones ya no existieran más. Transcurrido algún tiempo, nos fue imposible marcharnos, porque ningún otro empresario nos habría admitido, y no se los puede culpar. Nadie, ninguna persona respetable, quería tratar con nosotros. Los dueños de las tiendas donde comprábamos empezaron a abandonar Starnesville a toda prisa, hasta que no nos quedaron más que los bares, las salas de juego y algunos comerciantes estafadores y aprovechadores, que nos vendían bazofia a precios exorbitantes. Nuestras asignaciones fueron perdiendo valor a medida que aumentaba el costo de vida. En la empresa, la lista de los necesitados se fue estirando, al tiempo que la de sus clientes se acortaba. Cada vez era menor la riqueza a dividir entre más y más gente. En los viejos tiempos solía decirse que Twentieth Century Motors era una marca tan buena como el oro. No sé qué pensarían los herederos de Starnes si es que pensaban algo, pero tengo la impresión de que, igual que todos los planificadores sociales y los salvajes insensatos, estaban convencidos de que aquella marca era en sí misma una especie de emblema mágico dotado de un poder sobrenatural que los mantendría ricos, igual que a su padre. Pero cuando nuestros clientes empezaron a notar que nunca lográbamos entregar un pedido a tiempo, y que siempre había algún defecto en los que entregábamos, el mágico emblema empezó a operar en sentido inverso: la gente no aceptaba un motor marca Twentieth Century ni regalado. Llegó un momento en que nuestros únicos clientes fueron los que nunca pagaban ni pensaban hacerlo, pero Gerald Starnes, embrutecido y engreído por su propia publicidad, empezó a ir de un lado a otro con aire de superioridad moral, exigiendo que los empresarios nos pasaran pedidos, no porque nuestros motores fueran buenos, sino porque necesitábamos esos pedidos urgentemente.

"Por aquel entonces, una ciudad fue testigo de lo que generaciones de profesores pretendieron no observar. ¿Qué beneficios podría reportar nuestra necesidad a una central eléctrica, por ejemplo, si sus generadores se paraban a causa de un defecto en nuestros motores? ¿Qué beneficio reportaría a un hombre tendido en una camilla de operaciones, si, de pronto, se le cortara la luz? ¿Qué bien haría a los pasajeros de un avión si el motor fallaba en pleno vuelo? Y si adquirían nuestros productos no por su calidad sino por nuestra necesidad, ¿la acción moral del propietario de la central eléctrica, del cirujano y del fabricante del avión sería buena, justa y noble?

"Sin embargo, tal era la ley moral que profesores, directivos y pensadores habían querido establecer. Si esto fue lo que ocurrió en una pequeña ciudad donde todos nos conocíamos, ¿imagina lo que hubiera sido a escala mundial? ¿Imagina lo que hubiera ocurrido si hubiéramos tenido que vivir y trabajar, sujetos a todos los desastres y a todos los inconvenientes del planeta? Trabajar pensando en que si alguien fallaba en cualquier lugar, era uno quien debería pagarlo. Trabajar sin posibilidad alguna de progreso, con la comida, la ropa, el hogar y las distracciones pendientes de una estafa, una crisis de hambre o una peste en cualquier lugar del mundo. Trabajar sin posibilidades de una ración extra, hasta que los camboyanos tuvieran alimento suficiente o hasta que todos los patagónicos hubieran ido a la universidad. Trabajar con un cheque en blanco, en poder de cada criatura nacida, hombres a los que nunca vería, cuyas necesidades no conocería, cuya laboriosidad, pereza o mala fe nunca podría llegar a aprender o cuestionar. Tan sólo trabajar, trabajar y trabajar, dejando que las Ivys o los Geralds del mundo decidieran qué estómagos habrían de consumir el esfuerzo, los sueños y los días de su vida. ¿Es ésta la ley moral a aceptar? ¿Es éste un ideal moral?

"Lo intentamos y aprendimos la lección. Nuestra agonía duró cuatro años, desde la primera reunión hasta la última, y todo terminó del único modo que podía terminar: en la quiebra. Durante la última reunión, Ivy Starnes fue la única que intentó forcejear un poco. Pronunció un corto, desagradable y agresivo discurso en el que dijo que el plan había fracasado porque el resto del país no lo había aceptado, que una sola comunidad no podía llevarlo a la práctica y triunfar en medio de un mundo egoísta y avaro; que el plan era un ideal noble, pero que la naturaleza humana no estaba a su altura. Un joven, el mismo que había sido castigado por habernos dado una idea útil durante el primer año, se puso de pie, mientras todos seguíamos sentados en silencio, y se dirigió a Ivy Starnes, que ocupaba el estrado. No dijo nada, sino que la escupió en la cara. Y ése fue el fin del noble plan de Twentieth Century."

Wednesday, July 25, 2012

Los mineros

Pues eso. Lo prometido es deuda y aunque con retraso y breve (toy cansao ya) os daré mi opinión del tema de los mineros. Tras el revuelo mediático y lo impactante de ver los lanzacohetes caseros hechos con eucalipto asturiano, me informé un poquillo para formarme una opinión y he aquí el resultado.

a) Los mineros y adláteres (son empresas con multitud de servicios y sólo un porcentaje de los trabajadores son mineros) tienen unas condiciones laborales de auténtico infarto. Para bien. Debido a lo fuerte que protestan, por lo suyo, desde siempre.

b) Nuestra minería es deficitaria no sólo por dichas condiciones, sino por la mala calidad de nuestro carbón. Y recibe subvenciones astronómicas del estado, para dar trabajo a unas pocas miles de familias. Puestos hereditarios sin oposición, por decirlo todo.

c) Europa ha soltado dinero a espuertas para que desmantelemos este sector y los empresaurios astures se lo han fundido en putas y farlopa (más el pellizco para que los mineros vivan como médicos y no reclamen que ese dinero se invierta en alternativas).

d) El gobierno anda canino y ha incumplido lo pactado, adelantando el recorte a las subvenciones varios años y condenando a los hijos de los mineros a buscarse un trabajo o a vivir de sus padres ad eternum.

e) Los mineros se han echado al monte en Asturias y han ido hasta Madrid a hacerse ver para meter presión.

f) La gente está tan hasta las pelotas de los recortes y las mentiras del gobierno (de los gobiernos) que ha empatizado con los mineros mucho más de lo que lo hizo con los controladores aéreos (la diferencia de sueldos también habrá influido). David incluso creo que salió a apoyarles, si no entendí yo mal (todo mi respeto a su postura, of course).

g) El gobierno, con mayoría absoluta, no se baja de la burra. Y las protestas de momento no llegan a covertir la capital en un escenario de guerra.

h) Foreros astures de burbuja, rajan de lo bien empleado que les está a los jetas de las cuencas y dicen que las mujeres van en bus por no llevar los Cayennes XD. Mis compañeros asturianos del curro corroboran. Mis peticiones a mineros astures del foro, de que muestren los barrios donde viven o fotos de sus coches, caen en saco roto. Me inclino a pensar que están forraos.

i) Me solidarizo poco con ellos, pero no apoyo el desmantelamiento total de la actividad minera. Considero que un reducto puede mantenerse, por interés estratégico y que el carbón extraído debe acumularse, no obligar a las térmicas a comprarlo más caro que el hindú. Pese al recorte de ayudas, si rebajan sus condiciones a las que tenemos los demás mortales (algunos hasta con estudios y oposiciónes de por medio, mire usté) pueden apañarse sin despedir a nadie. Eso sí, de momento no hay hueco para que coloquen a los hijos. Y si las jubilaciones lo abren, esas plazas deberían ser accesibles al resto de conciudadanos, nada de caciquismos ni endogamias. Que cuelguen de un árbol a su jefe por llevárselo crudo, que yo miraré para otro lado.

Por triste que sea decir esto, suscribo las palabras de Esperanza Aguirre de que en este país tienen que acabarse las mamandurrias. Aunque meto la suya en el lote y pido su cabeza para el cesto de la guillotina, por corrupta. Pero suscribo la frase. Los siguientes, concejales, senadores, los de empresas públicas a dedo, taxistas con "conductores alquilados", farmacéuticos hijos de papá farmacéutico, PEReros, autónomos de ingresos irreales y guardería gratis, acumuladores de subsidios injustificables (cof, cof, ... gitanos ..., cof, cof), pensionistas de invalidez fraudulentos, prejubilados dosmileuristas, los que cobran el paro y curran en negro, los empresarios de subvención, los hay-untamientos,etc. Vamos, el medio país que vive de sangrarnos al resto, sin la escusa de ser muy joven o demasiado viejo. Tenemos que dejar de ser el país de la picaresca porque nos lleva a un pozo muy hondo y aunque ya hemos caído dentro, digo yo que algún día querremos salir.

Reacción social

No es ningún secreto que sigo el foro de burbuja.info y a menudo posteo en él. Es ahí donde he aprendido la mayor parte de los conceptos económicos que manejo y lo considero un buen instrumento tanto formativo, como para mantenerse al día de lo que se cuece en el mundillo económico/inmobiliario. Además, tiene un punto irresistible donde en imposible convivencia encuentras el análisis más erudito junto al instinto más soez, la sinceridad más pura entre el trolleo más flagrante, ... En fin, un encanto único que sólo proporciona la red y que algunos ya habéis descubierto en otras plataformas como forocoches ;)

La cosa es que a veces muestro una gran dedicación en cuanto a seguimiento y participación en determinados hilos de dicho foro y sin embargo tengo el blog bastante muerto. Así que cuando un hilo me parezca interesante, lo mismo lo traigo a colación e incluso comparto alguna de mis aportaciones para que opinéis. Ya veré el éxito de la iniciativa :P

Al turrón. El último hilo en que andaba entretenido era un recopilatorio de experiencias y situaciones del día a día, que nos ha traído la crisis. Para que la gente comente ejemplos de su vida real y veamos cómo va entrando "la bicha" a nivel de calle (sí, pelín morboso, lo sé). Os lo podéis imaginar, que si un fulano que no mueve el porsche, que si un agüelillo recogiendo colillas, que si aumenta la prostitución de compatriotas (este tema tiene hilo propio, como no podría ser de otro modo XD), que si te sablean en una comida, que si en el super a la gente no le llega para el arroz y te piden que se lo subvenciones en la cola, en fin. La cosa es que andaba yo pensando en mis colegas de curro y en cuál es su actitud ante la crisis y la pérdida de paga extra, o en mis abuelos y su actitud al respecto (he hablado con ellos hace poco del tema, por circunstancias) y os copy-pasteo la respuesta que he dejado. Ya me diréis si estáis de acuerdo o no. Ahí va:

"A mi alrededor algunas historias para no dormir pero mucha, mucha, muchísima tontería todavía. Falta mucho guano para que la mitad de la gente entienda la mitad de lo que tiene que entender. Si la crisis se esfumara mañana, por arte de magia, generaríamos el mismo problema a la mínima oportunidad que tuviéramos. La herida habría cerrado en falso.

 Hasta que la gente no acumule un poco de sensatez económica, es imposible sentar las bases para una mejora futura. Falta mucho dolor, pues la mayoría de las molleras son muy duras. Oigo muy pocas conversaciones de hormiga y muchas de cigarra, muy pocos razonamientos lúcidos y muchos mantras, muchos lloros pero pocas iniciativas constructivas, mucho comentario envidioso y mucho de doble rasero.

Llamadme iluso, pero ya que nos toca y tocará tragar mierda a espuertas, me gustaría que al menos aprendiéramos algo de ello y nos inmunizáramos un poco contra la indigencia intelectual y moral que nos ha llevado hasta aquí. Nuestra y de nuestra casta (no exclusiva de ésta, aunque tengan macroplus de responsabilidad).

La gente está preocupada, algunos incluso furiosos, pero siguen sin tener ni puta idea de lo que pasa. La mayoría no han aprendido nada de la crisis, ni a hacer autocrítica, ni a mostrar empatía, ni a pensar en el bien común, ni a nada de nada. Sólo quehaydelomioismo y toneladas de lorealismo más o menos victimista. Aparecen los primeros temblores de un seísmo bíblico y la gente lloriquea por las grietas de sus paredes, pero ni son conscientes de lo que viene, ni les veo preparando la evacuación de ancianos y niños con premura. No se si me explico. "

Ahí lo tenéis. ;)

Friday, July 13, 2012

Los recortes

Vamos a rescatar el blog, que como dijo un compañero que se jubiló hace unos días "nos va a tocar vivir días interesantes".

Hace nada que la trotona de Pontevedra (tras bajarme por segunda vez el sueldo y gravarme las lentillas del 8 al 21%, lo más suave que pienso llamarle es bocachocho :P), ha anunciado los recortes que nos van a dilatar el esfínter los próximos meses. Aunque por desgracia no van a ser los últimos, ha sido uno de los arreones más importantes de la crisis, por la subida del IVA que acompaña a la reducción del sueldo de los trabajadores públicos (la pérdida de la desgravación por vivienda al no afectar a hipotecas ya firmadas y la reducción del paro tal como está redactada, van a afectar a mucha menos gente). Digo esto porque recortes ha habido muchos (medicamentazo, primera bajada de Zapatero, reforma laboral, congelación de plazas públicas y que no cubran las jubilaciones, aumento de carga horaria de profesores, cierre de consultorios médicos, aumento de ratio de alumnos, subida del combustible, de la electricidad,...) y habrá muchos más, pero este ha tocado varios puntos calientes a  la vez y la hostia que se va a dar el consumo interno va a hacer que varios colectivos que estaban pasando la crisis de puntillas, se den cuenta de lo grande que es el morlaco. La pobreza viene y viene para quedarse.

En primer lugar los funcionarios, que duda cabe. No es el primer recorte y no será el último, pero sumado al anterior y al IPC no actualizado, los funcionatas del grupo A, como un servidor, nos hemos comido un tajo del 20% en dos años. No está mal. Se acabaron las vacaciones al extranjero, el colegio de pago y los bolsos de Carolina Herrera de muchas de mis compañeras, al menos de las que estén pagando hipoteca o con el marido en paro. Pero lo importante es que este colectivo era de lo poco que mantenía el consumo interno. No compraría acciones del Corte Inglés ahora mismo. Ni abriría un restaurante. Supongo que me entendéis. Los funcionatas le acaban de ver las orejas al lobo y si son listos, lonchafinearán para juntar un colchoncillo de ahorros, pues el futuro pintan bastos y mi predicción es que entre inflacción y reducciones de sueldo, en 2016 ganaremos la mitad que en 2008 (veremos de cuánto me equivoco). Además, con los funcionarios pasa como con los pensionistas, que son el clavo ardiendo al que se agarran los 6 millones de parados y los submileuristas, por lo que el efecto del recorte es más global de lo que parece.

En segundo lugar los pequeños empresarios, los autónomos y los empleados del sector servicios que aún conserven el curro. Dos millones de funcionarios y sus familias no van a gastar pasta esta navidad, así de simple (unos porque van al día y otros por iniciativa propia, como un servidor) y el descenso del consumo es desde ayer, con el anuncio de la medida, no va a esperar a Diciembre. Como esto se ve que era poco, la subida del IVA viene a ayudar a hacer números al comerciante y junto a la compra por internet a Inglaterra, con la Libra devaluada, o a China, preveo quiebras masivas de los pocos negocios que habían aguantado hasta ahora. Esto significa más impagos y más paro, luego a medio plazo más recortes. Es lo que hay y ya sabemos como funciona por Grecia o Portugal, que los tenemos aquí al lado.

Por último los parados y el mercado inmobiliario. Los primeros acaban de ver que sus partidas son "recortables" y no tardarán en ver cómo se aplican nuestros gobernantes, con la tijera, en próximas entregas. El segundo ya estaba herido de muerte, pero de las pocas hipotecas que se firmaban muchas eran de funcionarios jóvenes o hijos de funcionarios y a esto hay que sumarle el paso del 4 al 10% de IVA (si no me equivoco). Muy mal tiene que estar la casta para no dejar libre de la quema al ladrillo.

Asistimos a las primeras fases del despertar y tras varios años de negación, toca la ira. Esta fase va a ser más movida y puede dar lugar a cambios para mejor. Al menos es un avance, pues nuestros gobernantes están tan crecidos, que se han ido de la realidad y se creen seres superiores e invulnerables. No está lejos el día que un par de tiros o de explosiones les saquen de su error. Como los recortes nos están sacando a nosotros del nuestro, pensar que éramos un país rico cuando lo que hacíamos era vivir a crédito. Ahora viene mucho dolor.

Desarrollo



El otro día, cacharreando por un foro, salió a la luz el tema de lo barato que sería acabar con el hambre en el mundo (bastaría con una fracción de cualquier rescate bancario, de los muchos que ha habido desde 2008). Sin embargo, muchos foreros argumentaban que eso no serviría para nada, porque el crecimiento resultante de la población traería el problema de vuelta y acrecentado. Y otros, incluso aludían a una incapacidad cultural, para salir del subdesarrollo, que algunos llegaban a relacionar con la base genética racial. Aunque es una visión que no comparto, creo firmemente que el descontrol de la natalidad bloquea cualquier opción de desarrollo a los países pobres y que si bien los países desarrollados (nos incluyo, no se muy bien cómo XD) tenemos por delante la tarea de consumir menos, ser más racionales y contaminar lo mínimo, los países en vías de desarrollo tienen que controlar su natalidad y a continuación intentar converger al punto al que los países desarrollados debemos aspirar, no al punto en el que estamos ahora. Si los 1300 millones de chinos, los mil millones de hindúes, los brasileños, los rusos y los turcos intentar copiar a EEUU nos vamos al guano. En quien deben fijarse es en una mezcla entre Finlandia y Cuba (la calidad de vida del primero y la sostenibilidad ambiental del segundo). Y el África subsahariana, el sudeste asiático y la américa central y sur más pobres, deben controlar la natalidad y aprovechar las ayudas que los países más fuertes puedan dar, para desarrollarse y desterrar los niveles de barbarie y corrupción que padecen. Si no se siguen estas premisas de sentido común, nos encontraremos que no hay para todos (me da igual comida, que petróleo, que agua potable), que el tercer mundo no despega y que la raza humana sigue los pasos de las bacterias del mosto cuando se transforma en vino.