Ateísmo
Tras seguir un hilo de discusión entre creyentes y ateos que daba vergüencica ajena, dejé mi opinión en un post, algo rimbombante, pero contundente para describir mi punto de vista. Es políticamente muy incorrecto, como a mí me gusta, pero no hay que olvidar que para el tono del debate el estilo es hasta moderado y que mi intención es más exponer una idea que molestar por el placer de hacerlo. Seguro que a Miguel le encanta XD. Ahí lo dejo:
"Un ateo es alguien que se ha preguntado sobre el sentido de la vida y la trascendencia. Alguien que ha llegado a una conclusión lógica, apoyado en el anterior desvelo de miles de mentes brillantes, que superaron la superstición con ciencia.
El ateo enfrenta una verdad dura y descarnada con la humildad del que no se cree el centro del mundo y la valentía del que prefiere mirar a la muerte desamparado, antes que agarrarse, tembloroso, a las faldas maternales de una fantasía absurda.
Comparar al ateo con el agnóstico es como comparar a un hombre con un adolescente. El creyente sería un niño o quizá un síndrome de Down. Merece comprensión y cariño, no desprecio por no estar a una altura que ni le corresponde ni le aportaría nada, más allá de un sufrimiento para el que no está preparado.
Guardad vuestros argumentos para los agnósticos con agallas, los creyentes son caso perdido, como los pepitos. Son discusiones estériles."
"Un ateo es alguien que se ha preguntado sobre el sentido de la vida y la trascendencia. Alguien que ha llegado a una conclusión lógica, apoyado en el anterior desvelo de miles de mentes brillantes, que superaron la superstición con ciencia.
El ateo enfrenta una verdad dura y descarnada con la humildad del que no se cree el centro del mundo y la valentía del que prefiere mirar a la muerte desamparado, antes que agarrarse, tembloroso, a las faldas maternales de una fantasía absurda.
Comparar al ateo con el agnóstico es como comparar a un hombre con un adolescente. El creyente sería un niño o quizá un síndrome de Down. Merece comprensión y cariño, no desprecio por no estar a una altura que ni le corresponde ni le aportaría nada, más allá de un sufrimiento para el que no está preparado.
Guardad vuestros argumentos para los agnósticos con agallas, los creyentes son caso perdido, como los pepitos. Son discusiones estériles."